Gimnasio después de las Navidades

Muchas caras nuevas. Gente que se apunta para bajar esos kilitos de más producidos por los excesos de estas fiestas.

Dejo un par de conversaciones que escuché en este maravilloso primer día de gimnasio:

Malote: es mi primer día
Monitor: bueno, ¿y qué quieres hacer?
Malote: pues me quiero poner fuerte
Monitor: ¿fuerte? a qué te refieres
Malote: ya sabes tío, ponerme cachas
Monitor: lo decía porque no necesariamente por hincharte vas a tener más fuerza
Malote: eso, lo de hincharme, la fuerza me da igual
Monitor: ya me parecía..

Madre: es mi primer día
Monitor: bueno, ¿y qué quieres hacer?
Madre: ponerme en forma, no entiendo esta máquina
Monitor: aquí se ajusta el tiempo, te pongo 10 minutos
Madre: no, ponme 30, he venido a "machacarme"
Monitor: es tu primer día
Madre: quiero 30, 30
Monitor: muy bien, 30

A los 3 minutos la mujer no puede ni con su vida y se tiene que bajar de la máquina, primero mirando hacia los lados por si hay moros en la costa (el monitor en cuestión) y después alejándose de la máquina lo más rápido posible.

Y es que hay mucha gente que se apunta al gimnasio en esta época del año. Los hay de todo tipo, desde personas mayores con sus flamantes y chillones chandals nuevos a los metrosexuales de turno con medio kilo de gomina en el pelo y que parecen que acaban de venir de la playa. A veces no sabes si estás en un desfile de modelos o en un gimnasio.

También hay mucho grupo de amigos o amigas que ocupan una máquina durante media hora y que lo único que ejercitan es la lengua (esto no es un bar). Sin faltar, por supuesto, la típica chica con un culo que podría romper mármol (para qué querrá el gimnasio digo yo..)

Por suerte o por desgracia (la del culo de mármol) la mitad de ellos no aguantará ni un mes, asique todo irá volviendo a la normalidad.. Eso sí, los malotes seguirán poblando el gimnasio día tras día, enseñandose sus cadenas de oro, lamiéndose el culo unos a otros y diciendo: tío mira qué brazo tengo.