12 enero 2009

"El Robi" desde el purgatorio

Pues sí queridos lectores, lamentablemente el sábado 10 de enero de 2009 acabó mi placida y agradable vida. La verdad es que han sido 17 años muy intensos desde que siendo un pequeño cachorro mi querida familia de acogida me retiro de las mamas de mi madre con apenas 7 u 8 días. La verdad es que al principio es molesto que te separen de mamita siendo tan pequeño pero cuando luego descubrí lo amablemente que se levantaban cada 3 horas a darme leche con un trapo mojado en ese líquido me dí cuenta que aquella gente iba a ser mi familia.

A partir de ahí han pasado muchos años donde he visto crecer a los pequeños y envejecer a lo mayores, disfrutando mucho ellos de mi pero sobre todo yo de ellos. Que sí, que siempre que alguien entraba en casa me encerraban porque decían que "mordía y eso" pero joder, es mi trabajo, ¿no? un buen perro debe defender a su familia y morder a todo aquel que pueda dañarles ¿no?

También he tenido anécdotas divertidas jugando con incendioM por el parque o con H, la verdad es que los pobres se sorprendieron mucho cuando abrí una cocacola desenrollando el tapón. Pobres ilusos, si ellos supiesen lo de mi uña oponible... jeje, ¿qué se creen? ¡qué he sido tan listo por casualidad!

También fue curioso cuando entre El Toni y yo zurramos a un enorme pastor alemán que nos toco un poco los huevillos, El Toni le mordía por delante y yo por detrás, fue gracioso los 8 metros que volé colgado de su cuello porque al morderle echó a correr, pero yo feroz como siempre, no le solté durante unos 8 metros y ahí iba yo volando por el parque enganchado a su cuello y sujeto únicamente por mis tremendas mandíbulas.

Eso sí, a pesar de mi inteligencia sobreperruna, el cabrón de mi dueño me pilló una vez cuando intenté mentirle. Me había encontrado un bocata de pechuga de pollo enterito, yo siendo sibarita solo había cogido la pechuga pero al no ser yo muy grande pues se caía por ambos lados de mi boca. Cuando mi dueño me regaño diciéndome que si había cogido algo yo cerre la boca haciendo el gesto de que "no" para que no se viese el trozo de pollo, pero claro, que colgase por ambos lados de mi mandíbula no ayudó. Eso sí, mi dueño me dejó zamparmelo, supongo que le molaría que su perro le intentase mentir. Iluso, si supiese la de veces que le he mentido, entre otras cosas nunca le conté lo de mi uña oponible.

La verdad es que han sido años muy buenos, muy agradables yendo a cazar, yendo a pasear por los campos y a disfrutar de correr y saltar con mi capacidad física sobreperruna... También los últimos años han estado muy bien porque desde que mis dueños se hicieron con una casa de campo he podido disfrutar mucho de tener un espacio tan grande donde correr y saltar y no verme limitado a la terracita, que aún asiendo acogedora, era un tanto pequeña.

Durante los últimos años mi capacidad física fue reduciéndose fruto de la inevitable llegada de mi vejez y llegó un día en el que ya no era capaz de subir de un salto a la ventana a pesar de estar únicamente a un metro y medio de altura. Aún así pude dar un gran cuidado a la abuelita Estrella cuando ella ya también adolecía de la jodida enfermedad de ser viejecilla, yo ya no estaba para muchos trotes pero ahí iba a todas partes con ella, fiel y feroz, para que nadie pudiese dañarla.

Los últimos meses mi estado era tan malo que ya no podía ni bajar las escaleras, aún así mi familia me ha seguido queriendo y mimando, me ha tenido a su lado dentro de casa y me ha cuidado al máximo aunque yo no quisiese tomarme las necesarias pastillas para que pudiese seguir con ellos unos meses más. La otra vez que le robé el portátil a mi dueño para escribir, ya estaba francamente mal, pero no quería morirme sin participar en el blog. Ahora he tenido suerte de mangarle el ordenador celestial al tío éste del purgatorio para poder contaros lo que hay en la otra vida.

La verdad es que siempre he sido un buen perro, fiel y feroz, sin dejar que nadie hiciese daño a la familia y mordiendo a todo aquel que osase molestarles o moletarme y yo pensaba que con eso me había ganado el cielo.

PERO NO, ahora me muero y pienso joder, para ser el cielo de los perros es un tanto cutre. ¿Éstos sabrán que tengo uña oponible? Yo me merezco algo más... Cuando ya por fin me han hecho caso, había mucha cola, es lo que tiene el invierno y la nieve para los perros, me han comentado que esto no es el cielo si no el purgatorio.

¿Purgatorio? he dicho yo, pero si he sido un buen perro, he mordido a todo aquel que ha osado molestar a mi familia o a mi. Pero no, el que estaba allí me ha dicho que no, que aunque he sido un buen perro y por eso no estoy en el infierno, no se puede morder así a todo el mundo, que voy a tener que purgar una semana celestial por cada mordisco dado.

La verdad es que le he pegado un buen mordisco al tonto ese porque me ha molestado, he pensado..., total, si voy a tener que estar aquí cientos y cientos de semanas celestiales por mis mordiscos en vida, una semana más, bien compensa un buen mordisco a este capullo por no dejarme ir al cielo. Además en muerte vuelvo a tener dientes porque al morir te dejan elegir el cuerpo que más te mole de todos los que tuviste en vida.

Y yo que pensaba que ya me podría ir tranquilamente con la abuelita Estrella a cuidarla en el cielo.

Eso sí, fiero hasta en el purgatorio que hay que ser fiel a los principios de cada uno.

El Robi

3 comentarios:

  1. Anónimo1:00 p. m.

    Pues lo siento mucho IncendioR. La verdad que tu perro me caia muy bien y ya será por que tampoco subia mucho a tu casa o porque yo también le caia bien, pero a mi nunca me mordio. Ese si que era un gran perro

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  2. Anónimo10:02 a. m.

    Robi, portate bien y no muerdas.
    Siempre recordaré como hiciste hablar a mi perro Guay...jeje
    Y la verdad que eras un chucho increiblemente listo y gruñón. Nunca te acerqué la mano por no tentar a la suerte y que me mordieras aunque te he visto en acción mordiendo a otras personas.
    Y eso no estaba muy bien pero supongo que era tu manera de hacer las cosas.
    Te mando una caricia y palmadita en el lomo.
    Hasta siempre.

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  3. Te cogí bastante caariño, la verdad, me encantaba ver cómo mordías a los demás y cómo pedías mimos a base de gruñidos; verte partir piedras era otra de mis grandes aficiones junto con tratar de quitártelas de la boca. Por aquí se te echa en falta, pero también es verdad que ya te tocaba descansar un poco

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