04 agosto 2007

Los puntos

Entre muletazo y muletazo, que últimamente doy muchos y no precisamente en sentido taurino ni figurado, me dio por pensar en la frase de aquella doctora tan amable que me atendió cuando aquel malnacido me atropeyó, y tuvo la delicadeza, claro está, la doctora, de indicarme que había tenido mucha suerte por sólo fracturarme el peroné, "una suerte cojonuda" dije yo, "todas las mañanas elijo, por aquello de por si alguien me escucha, entre atropeyo y una vida feliz, el atropeyo y mira tú por donde, hoy me han escuchado" Y es que, por si no lo he dicho nunca, odio a la gente en general, pero hay ciertos grupos por los que reconozco que tengo una especial predilección y entre ellos están los médicos que hacen juicios morales, éticos o metafísicos; que a mi parecer tienen el mismo valor y despropósito que los fontarenos del quinto que con tanto ahínco recomiendan las pastillitas amarillas que por fin mataron a su madre.

Retomando el tema del que quería hablar, parece ser que lo malo de una desgracia es que venga sóla, me explico, si te hacen una gran hijoputada y una putadilla, por ejemplo, te queman la casa y te destrozan por fuera el coche, siempre habrá un buen amigo (nótese cierto tono sarcástico) que te vendrá con aquello de "por lo menos el coche no te lo han dejado muy mal"; pero, claro si sólo te han quemado la casa, sólo queda por decir un "hoy pago yo las birras" y poco más, vamos que te jodes y encima te quedas sin frase de consolación. Pues bien, ahora que ya me he despachado ligeramente con una de esas estupideces que tanta gracia me hacen, queda decir que hace ya algún tiempo me clavaron una multa de trescientos euros, cuatro puntos y un mes de retirada de carnet, que para ser la primera no está mal, digo yo, y lo cierto es que gracias a la retirada de carnet y los maravillosos puntos, lo de los trescientos (número que me sigue, pero ese es otro tema) me pareció una broma.
Dicho lo anterior y viendo que yo, por ir un poco más rápido de lo permitido en una carretera desierta casi me declaran culpable de la inteligencia humana y observando cómo el cabrón que me atropeyó abandonó el lugar de los hechos conduciendo su propio vehículo tras hablar con la policia, he retomado mi fe en el sistema de puntos, pero tanto es así que propongo extenderlo a todos los aspectos vitales. Me explico, todos nacemos con cero puntos y a base de méritos conseguimos puntos positivos o negativos, sí, como en el cole; y estos deberían darnos ciertos privilegios, me explico, un buen hombre de ciencuenta y cinco años con un haber de miles de puntos y sin ganas de vivir debería poder optar a llevarse por delante el día del suicidio a cualquier otra persona que tuviera tantos puntos negativos como él. Creo que la cosa, como mínimo sería divertida: buena gente con la posibilidad de acabar con la vida o los privilegios y libertades de la mala, por aquello de variar un poco, nada más.
Recomendación al respecto: "La lotería de Babilonia" de J. L. Borges.

2 comentarios:

  1. de hecho, hay quien se suicida utilizando el gas con la esperanza de cargarse agran parte de sus vecinos...

    (que grande eso de afrontar un suicidio con cierta esperanza)

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  2. Coño, pues es curioso la verdad tener esperanza en esos momentos.

    Aunque claro, alguien que la suerte le ha estado tan de culo que le ha llevado al suicidio, seguro que acaba quedando él vivo y teniendo que afrontar un montón de años de cárcel por matar a sus vecinos.

    Ya se sabe, eso que solo la suerte hace que pase.

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