16 febrero 2009

Elefantes

Nos distinguimos del resto de primates y animales en general, según muchos, por nuestra capacidad cognoscitiva, de crear relaciones abtractas, el lenguaje doblemente articulado, la sonrisa, el pulgar oponible, el cortex tremendamente desarrollado, el cerebro tan grande y doloroso para el parto, por ser el único bicho que va con los genitales por delante, etc. Lo del lenguaje si tratáis de comunicaros con un adolescente (expresión ampliable a casi toda la población) se cae por tierra, estoy convencido de que más de un orangután haría algo más que sonreir si viera a un chaval de la ESO tratar de resolver un problema de matemáticas, el pulgar no lo tengo tan claro, pero que las muñecas de los chavales dentro de unos milenios serán diferentes por culpa de los videojuegos parece que empieza a estar claro. En resumen, que somos probablemente la única especie que va con los "huevos por delante", y lo digo en ambos aspectos, de ninguna manera parece una ventaja evolutiva (había que sacar lo del bicentenario de Darwin como fuera) llevar los genitales al descubierto y a la misma altura que la nariz (tu eliges qué perder primero, si la respiración o a tu futura descendencia); y en el segundo de los sentidos, somos el único bicho que con nuestra maravillosa (y especial, muy especial) capacidad para abstraernos y hacer elucubraciones dignas de una especie muy, muy superior (algo así como una almeja borracha sin alguno de sus sentidos) valoramos el riesgo de nuestras acciones futuras (por algo van los genitales por delante) nos sentamos, le damos caña al cortex hasta que nos sale humo, lo aplacamos con cerveza (ahí es cuando demostramos la superioridad sobre el resto de especies), retomamos el razonamiento, valoramos las posibles pérdidas, el esfuerzo, las consecuencias (todo esto regado con muchas más cervezas) y surge lo que realmente nos distingue: EL ESTRÉS; sí señores, somos el único jodido bicho que se agobia por una posible realidad; pero bueno, no abandonemos a nuestro sujeto en pleno éxtasis neuronal, cuando tras los más elevados y certeros (al menos en ese momento y para él) razonamientos se encuentra a punto de alcanzar esa verdad que le dará la seguridad de seguir caminando con un rumbo fijo el resto de su vida sin vacilar un momento (como haría cualquier lombriz de tierra desde el primer día de su vida), en ese momento un pitido malévolo suena cerca de su entrepierna y un luminoso mensaje le indica "qdmos?" y señores este subrido y sudoroso individuo pierde el norte intelectual y seguirá una errática vida entre otros cuantos seres dotados de doble lenguaje articulado y un pulgar con el que sacarse los mocos. Aunque lo cierto es que no quería darle todo el protagonismo al ser interrumpido por las malévolas hadas de la telefonía y quería apuntar hacia aquellos que tras valorar el riesgo y concretar que es estúpido se lanzan al vacio, al muro o a lo que sea, y es que para eso y la última capa del cerebro ni leches, para eso están las madres "no tomes veneno que luego te sienta mal" "ya, pero míralo, tan verde, con sus llamitas, oler, no huele muy bien, y cierto es que luego la lío parda, pero seguro que la última vez fueron las bravas y no la absenta"

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