05 mayo 2007

Buenas acciones

Hace poco, echando un vistazo al blog del señor Punset, leí algo sobre las similitudes entre los gorilas y el ser humano en lo que refiere a sus deseos y aspiraciones y venia a decir que básicamente eran los mismos en ambos casos: notoriedad, sexo, comida y placer en general; comentaban, es más, que el gorila llegaba a preferir el hecho de tener un harem a su disposición antes que el acto sexual en sí por la mera notoriedad en la manada. Este es un fenómeno que podemos observar a diario, sobre todo en barrios adinerados, donde vemos a viejos forrados (y otros no tan viejos) con rubias despanpanates en flamantes bólidos, en muchos cásos, y sobre todo en España con este tiempo tan impredecible un descapotable no es lo más indicado para ir a trabajar, aunque sí si lo que quieres es lucir el escote de tu acompañante, aunque en la mayor parte de los casos es obvio que ella solita puede, así pues constatamos que el viejo con pasta prefiere lucir a la superrubia antes que jartarse a viagra y tener una de las muertes más dulces soñadas por el hombre. Cuántas veces habremos dicho eso de “a esa le hago de todo, menos soltarla de la cama”; pues bien, parece ser que una vez satisfecho el anhelo de posesión y tal vez el sexual, está el de la notoriedad, salvando el caso de que la saque a paseo antes que llevarla a la cama, cosa que nos acercaría más al gorila..

De igual manera doy por hecho que en muchas ocasiones la finalidad de muchas de nuestras “buenas obras” es el alarde o el mero relato. ¿recordáis el anuncio de Amena? Aquel en el que decían aquello de “lo importante no es lo que te pasa, sino poder contarlo a los amigos”, pues sí, en muchas ocasiones aún no te has puesto los pantalones y ya estás pensando a cuál de tus congéneres vas a llamar primero, en lo que, por supuesto, ya has olvidado el nombre de quien ha llenado de maquillaje la funda de la almohada que con tanto cariño bordó tu santa madre. Volviendo a las “buenas acciones”, estoy convencido que una vez ejecutadas, no nos importa tanto la resolución final que motivase la misma, porque a fin de cuentas nuestra labor ha concluido y ahora llega el momento de la vanagloria, de llamar a colegas y amigas y contarles lo bueno y maravilloso que eres, de dormir bien y de mirarte en el espejo con la arrogancia de un Dios, pero, a fin de cuentas ¿pierde funcionalidad una buena acción en función de por qué se ejecute? Yo, sinceramente, creo que no, y es más, si tuviéramos que preocuparnos por la resolución final de los proyectos en los que metemos las narices de forma altruista, creo que de jaríamos de ser buenos.

Así pues, ya sabéis, sed buenos y alardead de ello

4 comentarios:

  1. Anónimo10:34 a. m.

    hace ya tiempo que no pones ninguna foto, aunque no las comente me gusta verlas, a ver si lo arreglas.

    Por cierto acabo de ver el enlace a la página de fotografía, a ver si en casa puedo echarle un ojo más tranquilamente, que parece interesante.

    un abrazo (a ambos)

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  2. Buenas, bueno, no hace tanto y la verdad, como no tenía señales de que gustasen, cesé de hacerlo; pero bueno, si tú lo dices, seguiré colgando alguna.
    Intuyo que no te gustó la de Gran Vía

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  3. Jajaja, muy simpático. Lo que decís es cierto, pero ése es el hombre moderno -fiel "a la cultura de lo descartable" hasta en el más mínimo detalle.

    El problema de todo esto es que la intención si tiene peso en el valor de la acción. He ahí que si fuerzo a alguien a hacer algo bueno no va a ser una buena persona por obedecerme.

    Es así que se justifica la tradicional (y tan odiada) humildad -ese "no, vamos, que no soy así por favor, si vos sos mejor jaja"- que en occidente seguimos (descarademente) predicando.

    En resumen, si me voy a "ayudar" al África para aparecer en los medios como humanitario no solo no soy humanitario ni humilde, soy el tipo más individualista que hay. ¿Por qué? Porque todos son mis muñequitos -lo triste es que quiero que otros muñequitos de igual valor me digan lo grande que soy.

    He ahí que nuestra sociedad es eso: triste, simplemente triste.

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  4. Anónimo2:21 p. m.

    ¿Somos malos por naturaleza? ¿Es la sociedad la que nos hace malos? Realmente no lo sé y maldita sea si me importa dos cojones si fue antes la galina o el huevo. Es un hecho que somos egoístas, al fin y al cabo somos animales.
    Ahora bien, algo nos diferencia de los animales y es, creo yo, la capacidad para modificar nuestro comportamiento y nuestras motivaciones. No voy a caer en el platonismo que afirmaba que quien hace el mal lo hace por ignorancia, pero por ahí van los tiros. Podemos y debemos sublimar nuestros instintos, que somos seres humanos. Así que nada, a aprender. Salud.

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